6.7. Plantación.
Bibliografía consultada:
HIDALGO, L., 1993. Tratado de viticultura general. Ediciones
Mundi-Prensa. 983 pp.
NOGUERA PUJOL, J., 1980. Viticultura práctica. Ediciones
Dilagro. 370 pp.
PEREZ CAMACHO, F, 1992. La uva de mesa. Ediciones Mundi-Prensa.
153 pp.
PEREZ SALAS, J., LAMO DE ESPINOSA, 1976. Divulgaciones sobre
viticultura. Plantación-Portainjertos para el viñedo. Levante Agrícola, 72, pp.
27-31.
PEREZ SALAS, J., LAMO DE ESPINOSA, 1977. Divulgaciones sobre
viticultura. Marcos de plantación. Cultivo y destrucción de malas hierbas. Levante
Agrícola, 77, pp. 42-45.
REYNIER, A., 1995. Manual de viticultura. Ediciones
Mundi-Prensa. 407 pp.
Información privilegiada:
LOPEZ ANDREO, J.R., 1999. Técnico de ATRIA de uva de mesa.
La mayoría de las plantaciones comienzan con la plantación del
portainjerto, procedente del vivero en forma de barbado, que es una fracción de sarmiento
de un año de edad enraizado y sin injertar.
Generalmente los barbados suelen plantarse durante la época de reposo
y a raíz desnuda, por tanto la época óptima de plantación es durante el invierno.
El material vegetal debe protegerse en todo momento de la desecación,
sobre todo sí el tiempo transcurrido entre recepción y plantación es muy pronunciado.
El almacenamiento adecuado consiste en su enterramiento en suelo húmedo y fresco, siendo
una practica inadecuada sumergir parcialmente los barbados en agua o barro (NOGUERA PUJOL,
J., 1980).
6.7.1. Plantación tradicional.
La plantación tradicional con apertura de hoyos es uno de los sistemas
más conocidos especialmente para el caso de parrales o espaldera destinadas a la
producción de uva de mesa (NOGUERA PUJOL, J., 1980).
El hoyo debe tener un mínimo de 25 cm de diámetro y su ejecución se
realiza con ahoyadoras mecánicas, cuya su rapidez depende del terreno y su preparación
anterior (PEREZ CAMACHO, F, 1992). Su profundidad (unos 60 cm) debe ser mayor de la
dimensión del barbado, dejando después desmoronar la boca del hueco sobre el fondo (unos
10 cm), quedando así la excavación mejor condicionada, debido a que el fondo queda con
tierra superficial más apta para el arraigo. El cierre del hueco y el aporcado tras la
plantación se realiza normalmente a mano (NOGUERA PUJOL, J., 1980).
Antes de la plantación es conveniente realizar una poda ligera de
raíces, distribuyendo éstas adecuadamente y eliminando las dañadas (NOGUERA PUJOL, J.,
1980).
6.7.2. Plantación moderna.
Usos y costumbres propias de cada lugar han introducido ciertas
modalidades ingeniosas y simples en la práctica de plantación.
Una digna de mención es la practicada ampliamente en la Región,
caracterizada por su facilidad de ejecución y su eficacia, y que consiste en la apertura
del hoyo mediante la inyección de agua a presión. Se va introduciendo en el suelo, hasta
la profundidad deseada, un pincho hueco de unos 2 cm de diámetro y de aproximadamente 1
metro de largo conectado a una cuba con agua, y con la ayuda de la presión a su salida se
va haciendo el hoyo, reblandeciéndose y encharcándose la tierra, quedando preparada para
la inmediata introducción del barbado y establecimiento de su sistema radicular (LOPEZ
ANDREO, J.R., 1999).
En cualquier caso los principios elementales que exige todo ser vegetal
en su trasplante son un mínimo de mermas vitales y un máximo de estímulo a su arraigo
(NOGUERA PUJOL, J., 1980).
6.7.3. Injerto.
Definido como una fracción de sarmiento de vid destinada a formar la
parte aérea en el momento de la preparación del injerto de taller o en el momento del
injerto sobre el terreno. En nuestro caso nos quedamos con: "en el momento del
injerto sobre el terreno", y este momento es al año siguiente de efectuar la
plantación del barbado, antes del desborre, normalmente durante el mes de marzo. La
técnica de injerto más generalizada es la púa (LOPEZ ANDREO, J.R., 1999).
El procedimiento empleado en el injerto de púa es el del tipo de
hendidura simple, aunque cualquier otro procedimiento es aceptable. Normalmente se toman
púas o sarmientos de la variedad a injertar con unos 30 cm de longitud y 2 a 3 yemas
(PEREZ CAMACHO, F, 1992). La preparación de la púa se hace cortando el extremo basal en
cuña o bisel a ambos lados de la yema. Los cortes deben ser limpios y la forma de cuña
debe ser lo más alargada posible, normalmente de 5 a 6 veces el diámetro del entrenudo
(REYNIER, A., 1995).
Al portainjerto o barbado, una vez descabezado, se le practica un corte
sobre el diámetro de su sección de algunos centímetros de profundidad y en él se
inserta la púa (PEREZ CAMACHO, F, 1992).
Seguidamente se ata el conjunto y por último una vez terminado el
injerto se le aporca tierra para evitar su desecación.
No se debe olvidar que los diámetros del portainjerto y de la púa han
de ser similares, y en cualquier caso, si el portainjerto es sensiblemente mayor a la púa
se colocará ésta a un lado de la hendidura de éste.
Por último, para que un injerto tenga éxito ha de existir: una afinidad y un
contacto íntimo entre el cambium de las dos partes, unas condiciones climáticas
definidas por una temperatura de entre 15 y 30 ºC y una humedad relativa alta, tanto en
el exterior como en los tejidos en contacto (HIDALGO, L., 1993), y material vegetal en
óptimas condiciones. |